Descripción:
El fin de la Segunda Guerra Mundial introdujo una novedad en el sistema jurídico internacional: el juzgamiento de individuos por los hechos cometidos durante la contienda. Hasta entonces siempre se había juzgado a Estados, para quienes estaban previstos castigos económicos, políticos o territoriales. La novedad tuvo como efecto inmediato los tribunales de Nuremberg y Tokio, donde fueron condenados jerarcas alemanes y japoneses. Pero dejó también otra enseñanza: no hubo en el banquillo de los acusados ningún general o político que perteneciera a los países vencedores. Por ejemplo: nadie fue acusado por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki; nadie fue acusado por el criminal bombardeo a la ciudad de Dresde, donde en una sola noche murieron al menos 100.000 civiles. Desde entonces y hasta hoy cada vez que un tribunal internacional juzga crímenes de guerra, invariablemente se repite el mismo procedimiento.